De repente todo cambió, tenía como seis o siete años, la memoria exacta me falla, pero mi padre ya no me sentaba en sus piernas para cantarme, para contarme historias extraordinarias de espanto como me gustaban, esas historias de misterio que tanto le gusta a mi hija, creo que salió a mí.
Mi padre se ausentaba todo el día porque trabajaba en el rancho, yo no lo veía salir de casa, se iba muy temprano y llegaban en la noche. Con mi hermana y mi hermano mayores 3 y 4 años que yo, si jugaba con ellos, les daba dinero, pero a mi no. No entendía eso, pero no me importada, yo me perdía en mi mundo imaginario con el que viví mi infancia.
Pero cuando crecí las cosas seguían igual y me fui distanciando de él. Comprendí su distanciamiento cuando ya era un adulto y era padre…
